martes, 26 de febrero de 2013

Esperando hojas amarillas.

En estos días en los que asoma el Otoño con sus aires para luego esconderse y volver a darle el lugar al Verano y luego sin esperarlo volver a asomar siento ese extrañar a todo eso vivido que no va a volver.Ese eterno retorno con la vuelta de tuerca que no logra devolver lo deseado y donde queda ese dejo de desencanto y nostalgia que se siente cerca del corazón,a veces como leve angustia a veces como tranquila resignación. El aire fresco,el ocaso visible,la noche que ocupa cada vez mas horas y todas esas cosas que el tiempo se lleva cuando nos hacemos grandes y cambian los lugares que solíamos compartir,dejamos de coincidir en lo que alimentaba nuestras amistades,comenzamos a descubrir otra música y el amor deja de ser ingenuo e ideal. El Otoño es eso en mi,puede dolerme por momentos,pero me gusta y lo deseo.

lunes, 6 de febrero de 2012

Lydia.


Lydia Lunch le rompe una botella
en la cabeza a su padre como resarcimiento
de su último abuso y se va para siempre.

Lydia Lunch surfea sobre las turbulencias
de los suburbios neoyorkinos.
y en tiempos de no wave prueba lo habido
y por haber.
y sobrevive.

Sus almuerzos los hace ahora en Barcelona.
Pasando desapercibida
como una señora mas de Cataluña.
Sin ninguna estatua de la libertad que la vigile
ni torres que se le puedan caer por la cabeza.

domingo, 29 de enero de 2012

No vamos a realizar actos de terrorismo.Por lo menos por ahora.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Un día cualquiera en el dentista puede terminar siendo una sesión psicoanalítica.


Dentista- Hola ¿Que te anda pasando?
Yo- Se me salio una tapadura y me molesta un poco…
Dentista- Pasa y sentate en el sillón…
Dentista- Abrí bien la boca
Dentista- Toc toc, te duele ahí…
Yo- No no me duele
Dentista- Pero te tendría que doler
Yo- No, no me duele,
Dentista- Bueno vamos a ver que hacemos porque te tendría que doler, seguramente es para un conducto…
Yo- Bueno hace lo que tengas que hacer…
Dentista- Mmm... mira acá se te esta redondeando el diente…
Yo- A si…
Dentista- Si porque jugas con el piercing y eso te lo desgasta, vas a tener que sacártelo, a ver mostrame como haces…
- ……
Dentista- Y si eso te esta gastando el diente…yo te aconsejo que te lo saques
Yo- Pero la culpa no es del aro, son los nervios, la ansiedad,la angustia, los bajones…y el aro cumple la función que en algunos lo hace el chicle o el cigarrillo…
Dentista- Bueno pero el chicle no hace mal…además para los nervios hay un montón de cosas para hacer, podes andar en bicicleta, correr…
Yo- Ando todo el día en bici , ojala fuera así de simple tratar los problemas de la existencia, hay cosas que ocurren en el conciente , en el inconciente, la realidad de todos los días que afectan demasiado el interior de las personas y no se soluciona andando en bici o corriendo, si fuera así no existirían los psicofármacos…
Dentista- Bueno si queres dejártelo por lo menos no lo muerdas…
Yo- Al final el sillón de dentista termino siendo un diván…
Dentista- Si, jajajaja

sábado, 3 de octubre de 2009

Joy division: La creación que duro un abismo.


Pablo Schanton y Norberto Cambiasso (Cerdos y Peces, 1988)



Bernard Albrecht, Peter Hook y Stephen Morris quedaron impresionados después de ver a los Sex Pistols por primera vez en su apartada Manchester. Tenían 21 años y nunca habían tocado un instrumento en su vida.

Los Pistols les resultaron “malos pero excitantes”. Días más tarde se les ocurrió formar una banda haciéndose eco del “hacelo vos mismo” que pregonaba el punk. Pero fue recién con la aparición de Ian Curtis que el trío logró su autonomía musical. Ian se encargó de presentarles a sus grupos favoritos: los Velvet Underground, los Stooges y los Doors.

Este podría ser un comienzo para Joy Division: una tarde lluviosa en un garage londinense intentan esforzadamente acertar con la versión de Sister Ray que complazca por fin al muchacho, al principio amable, luego impaciente y ya irritado que les pone una y otra vez el disco de tapa negra.



Sister Ray


Sister Ray de Velvet Undergroud, junto con Electric Ladyland de Hendrix representan dos hitos del “free-rock” a fines del ´60. Dos intentos de agotar el esquema del Rythm and Blues desde su interior, por un lado descendiendo a la materialidad del ruido y por otro, alcanzando la metafísica del sonido puro, Digamos que Lou Reed-John Cale y el último Hendrix fueron para el R&B una combinación de lo que Coleman significó para el jazz y La Monte Young para la música contemporánea.

Con su “versión” de Velvet, Joy Division aporta otro síntoma de insuficiencia musical y a la vez permite que el punk-garage de los sixties, el Detroit Sound (Iggy, MC5) y los New York Dolls cedan definitivamente el trono de los precursores a los Stooges de “Fun House” y los Doors.



Testimonio de una sobreviviente



La “División de la Alegría” era el ala de prostitutas de los campos de concentración nazis. Una mujer de Milán, no hebrea, partisana, más bien burguesa, fue a parar a Auschwitz pero sobrevivió. Esa mujer era quien se avergonzaba ante los otros de ser una sobreviviente de aquel infierno, de ser el testigo vivo, y en consecuencia el ardiente recuerdo de algo embarazoso que todos tenían prisa en olvidar. Dijo que no perdonaba a los nazis el hecho de haber descubierto hasta el fondo de qué era capaz el hombre.



“Un cuarto para la juventud olvidada”



Con Joy Division se abre un nuevo universo para el rock. La introducción de un espacio más poblado de silencio, distanciado de la ruidosa protesta del punk (que aún crecía –pese a su eternamente autodeclarado escepticismo- que podía ser tan poderoso como para destruir el establishment), pero tanto más nihilista cuanto se muestra más difícil de aprehender.

Joy Division es un grupo reconcentrado en sí mismo. No se permiten ninguna clase de expansión; apenas, la configuración de un clima intimista.

Surgidos del mismo contexto social del que emergió el punk mantienen sin embargo una relación completamente distinta con ese entorno. Hay algo de urgencia exagerada, de apocalíptica desazón en Joy Division. La catástrofe ya no está a la vuelta de la esquina, como creían los punks, sino que se ha metido en nuestra habitación. “Este es el cuarto, el comienzo de todo”, cantan en “Days of the Lords”. Si existe un síntoma de la decadencia de este mundo, ya no se encuentra en la calle sino en nuestra propia interioridad y por consiguiente el protagonista de esta tragedia no será ya un sujeto generacional (la “generación vacía” del punk) sino uno existencial.

Paro las catástrofes no son denunciadas en Joy Division, sino apenas nombradas. La denuncia se ha mostrado estéril con la “derrota” del punk, el cual pese a todo, la extremó hasta su forma más sutil: la ironía.



Varsovia – Viena – Berlín



En un primer momento, el cuarteto se llamaba Warsaw (Varsovia), según algunos una cita y un recorte del título “Warsawa”, un instrumental de Bowie y Eno incluido en Low. Los desnudos de Kilmt, atardeceres índigos en una Europa reducida a alguna Viena intemporal, hombres sin atributos preparándose para sobrevivir a la guerra, Dick Bogarde agonizando en una plata frente a un efebo inaccesible, nubes heladas agrupándose en el horizonte. Los Joy Division intentan recuperar las atmósferas más logradas de la etapa berlinesa de Bowie, exiliado en su laboratorio pop paralelamente al estallido del punk. Pero concretan tal recuperación desde el amateurismo de inspiración punk (que paradójicamente buscaba acabar con la inaccesibilidad de Bowie – Eno – Fripp; esos tres “dinosaurios”).



Un orador inglés y la nueva teoría de conjuntos



“Ian estaba escribiendo poesía, y tenía un cuaderno lleno de letras. No tocaba ningún instrumento, sino que sacaba una hoja y empezaba a cantar, entonces nosotros zapábamos y tratábamos de seguirlo”.Fue justamente ese recitativo (entre el recitado y el canto) de Curtis lo que terminó de definir el sonido del grupo. Sus graves “cadencias” (junto con la oscura temática de las letras) impusieron una “Ley de Gravedad” (gravidez tonal sumada a un sentido trágico de “lo grave”).

En medio del interregno post-punk (tras la Toma de la Bastilla del punk era necesario reconstituir el Estado del rock inglés) y habiendo alcanzado apenas la destreza necesaria, Joy Division tiene la oportunidad de encontrar su propia “Constitución”: cuando se escucha una canción de Joy Division parece que sus músicos nunca aprendieron la lección del rock, y sin embargo pretenden enseñárnosla en una receta (“se debe comenzar con una batería, a la cual se agrega un bajo y luego...”). Joy Division puede escucharse como la puesta en escena de una nueva Teoría de Conjunto. En su intento por respetar al máximo esa Ley de Gravedad, Peter Hook (bajo) y Stephen Morris (batería) deciden provocar un Levantamiento de las Bases. (Se dice que estuvieron semanas escuchando dubs –bases instrumentales- y a varias bandas de reggae inglesas antes de rebelarse).

Mientras tanto la guitarra debió pasar a un segundo plano; Albrecht no frasea, sino que para-frasea, intenta interpretar en sonidos toda esa gravedad que lo domina.

Joy Division invierte así las funciones ortodoxamente distribuidas en una banda de rock. La guitarra, los teclados, los gritos y las notas agudas ya no son las dominantes. A partir de su inversión, y de su nitidez instrumental (todo es escuchable en Joy Division: el oído puede seguir el instrumento que quiera), estos ingleses aportan una nueva imagen del músico. Este es ahora un funcionario dentro de la maquinaria compositiva: cada cual trabajando libremente, pero con un fin en común.

Este podría ser entonces un segundo comienzo para Joy Division. El trío, ahora deslumbrado por las graves palabras de Curtis, trata más ingeniosa que profesionalmente, de “ensamblarse” al extenso recitado (como si dieran un pésame). Del mismo modo, lo hizo el resto de los Doors en “An American Prayer” con los poemas de Jim Morrison.



La muerte en la recámara



Según una pintura de Munich, cuando la muerte permanece en la recámara, los deudos deben acudir al velatorio y dispersarse, no para reflexionar sobre la fatalidad de lo acontecido, sino para detenerse por un rato y dejar que crezcan las ojeras. LA muerte no es una ausencia, ni un muerto circunstancial, no falta de vida, sino una presencia grave que subsiste, igual que el silencia. En realidad, esos personajes lograron dejar de llorar; ahora sólo pueden inclinarse, cerrar los ojos y hacer silencio, dispuestos sobre un escorzo de amarillo descarnado.



La aduana Curtis


Sin embargo, el proyecto de Joy Division no se reduce a una simple musicalización de poemas. Ya en el hecho de buscar una atmósfera cerrada común para la letra y la música, comprobamos otra innovación. Joy Division consigue des-automatizar al “rock” como mero acompañamiento o fondo (para manifestaciones juveniles) cuyos significados, desde Little Richard pasando por los Stones hasta los Pistols, estaban ya codificados: la rebeldía, la juventud, la sensualidad, la violencia, la sexualidad, etc. Precisamente los valores que Patti Smith buscaba citar fragmentariamente en ese “Museo Eléctrico-Futurista”, que eran sus álbumes. Patti se creía incluyéndose en una larga tradición rockera a la que ella sólo llegaba para re-escribir a sus franceses malditos pasados por Burroughs. Se conformó con experimentar un nuevo tipo de recitado, influido por la nueva Era Eléctrica. Actualizar el Arte Alto según la subcultura rockera.

Curtis, en cambio, al hacer converger en un proyecto autobiográfico, el existencialismo de Camus y el nihilismo de Eliot, tuvo que sacudir esa tradición rockera de veinte años. Ambas, Cultura Letrada y subcultura musical, debieron pasar por la Aduana de la Angustia Curtis antes de formar parte de Joy Division.



(Ian Curtis canta)



Una voz de esa oscuridad cuya humedad abriga: un hocico, la tabla suelta de un barril, aceite.

Pasos que van cuidando el eco de su soledad. Pasos sobre una sombra que repta a través de la bodega.



Sorrow



Un romanticismo exasperado, una subjetividad extremada hasta el suicidio (como no recuerdo desde Nick Drake), la construcción de un espacio sordo y sórdido a la vez, son signos que podrían sostener una afirmación riesgosa: la de que Joy Divison es el último grupo moderno. El principio de la subjetividad guía los desvelos de lo moderno: la asunción del hombre como centro del cosmos. De ahí que el pesimismo del grupo esté cargado de universalismo. La decadencia y la búsqueda de una salida son recurrentes en sus letras. Esta carga existencialista, marcada por un engañoso individualismo se torna universal a partir de lo que alguna vez se llamó “la esclavitud de los sustantivos abstractos”: “Incubación”, “Desolación”, “Transmisión”, “Autosugestión”. Tales son los títulos de sus temas.



Este es el fin: mi único amigo



Una mirada crítica, pero a diferencia del punk, desprovista de acción. La negativa a participar del loco circo del mundo y su secuela de desastres. Ni siquiera hay paraísos artificiales como en el ´67. Se hace necesario concretar ese ambiente propio, teñido de melancolía, donde refugiarse cuando todo se desmorona. La relación con el entorno será entonces casi inaprensible y siembre desesperanzada, en la mejor tradición de las artes occidentales modernas. Para Joy Division el rock ya no es un arma destructiva no deberá ser una empresa redentora (como en cierta socialdemocracia del pop actual, desde Bob Gedolf a Tracy Chapman), sino sólo una defensa frente al Apocalipsis. Cómo mostrar la catástrofe cuando la propia mención de esa catástrofe repugna al pensamiento: tal es la encrucijada en la que se encontraba Joy Division.



Claustrofobia



En el sobre interno de Unknown Pleasures hay una puerta abriéndose hacia adentro; se ve una mano negra cerca del picaporte: justamente allí se detiene el gesto de apertura de Joy Division. Se limitaron a entreabrir las puertas de los claustros compositivos del punk, con el fin de quedarse adentro. En Joy Division no hay catarsis posible. Cada canción constituye una proporcional distribución de intensidades. Ni solos distensores, ni estribillos que liberen pasiones.

Sin embargo, cuando abren la composición para cargarla de silencio, dispersando aún más la actuación de cada instrumento, logran ubicarnos con más cuidado en un espacio opresivo, reproducioendo musicalmente le encierro (“Autosuggestion”, “I remember nothing”).

Y sin embargo, Ian Curtis repite, en distintas versiones, su declaración más explícita: “todo lo que necesito es una salida”.

Joy Division representa solamente la resaca de la nueva ola punk, un interludio de inercia, apenas una aireación orquestal previa a la entrada del rock inglés actual (Cocteau Twins o Ar Kane) en el abierto Silencio del océano.



Bufandas muy largas y Joy Division



Seguramente, alguna semana del próximo invierno recurra, como desde hace varios años, ala misma puesta en escena. Dejar de darte explicaciones, los primeros números de “Último Reino”, “El movimiento falso” de Wenders, dormir poco, “El aciago demiurgo”, encerrarme deseando que me llamen, “Los hombres huecos”, un sobretodo azul, lvidar direcciones y teléfonos necesarios, el “Törless” de Musil, alguna espera inútil, la biografía de Nick Drakem una alegoría de Blake colgada al lado de Lou Reed (Paris, 1973), bufandas muy largas y Joy Divison.



Suicidio



Las cuestiones existenciales no encontraron solución ni en la canción ni en la vida. Joy Division fue un capítulo decisivo en la supervivencia de Ian Curtis. Simplemente, el grupo le sirvió para enunciar de forma estética tales cuestiones. Era inexorable, le quedaban sólo dos extremos: la mera enunciación del deseo de cambio, o el suicidio.

(Se ahorcó en la madrugada del 18 de mayo de 1980).



Testimonio de la Sra. de Curtis (18-05-82)



“Supe que Ian había vuelto apenas descubrí su campera vacía frente a la señal de ajuste. Dos vasos de whisky como siempre: uno apenas probado, el otro, hasta el tope de agua fría. No me contestaba (seguramente porque tendría puestos sus auriculares). En el suelo, “La sequía” había perdido todos sus señaladores: una vieja postal “invierno europeo”, un ticket del Electric Circus, y el nuevo teléfono de Bernie garabateado en rojo. Apagué el televisor. Levanté la hoja donde estaba subrayado ´Stroszek, Sábado 17, 21hs, canal 4´. (Aún no conocía esa película de Herzog. La semana pasada intenté, por segunda vez, verla completa. Fue inútil. Volví a borrar la pantalla para detener de una vez esa gallina absurda que no deja de dar vueltas alrededor de un árbol). Después caminé hasta la cocina, lentamente, sosteniendo un cenicero recargado.

Nunca pude entrar de nuevo en aquella casa. Salvo en pesadillas, jamás volví a abrir la puerta de aquella cocina. Siempre va a colgar el fantasma de tu espantajo.”

My self exile.

El final esta en el lado oscuro de las flores.
Así decía el papel.
Y se hacen llamados desesperados,
Se toma cerveza hasta terminar con toda utopía,
Se nutre el yo con pastillas de pocos colores
Y nada de gusto.
Insípidas como el carnaval resignado
que se repite cada ultimo día de la semana.
La historia es fácil…
Hay que zafar sin que nadie se vuelva loco o loca,
Y si en algún momento eso ocurre,
No se lo digan a nadie.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Hallucinating

¿Porque los muertos no lloran?
Los que lloran son los que quedan
los vivos, los deudos.
Que extraño esto de llamarle deudos a los
que quedan en vida. ¿Que le deberán al muerto?
¿Será que a veces aparecen como luz mala
o como espectros, para reclamar la deuda?
No se.
Solo se que los muertos no lloran,
y algunos ni miran.